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miércoles, 27 de octubre de 2010

LA LETRA "Ñ"

La eñe es la decimoséptima letra del abecedario español. Su peculiaridad reside en que no existe en el orden latino internacional y esa peculiaridad se entiende al adentrarnos en su origen. Esta letra nació de la necesidad de representar gráficamente un nuevo sonido, inexistente en latín. La eñe surgió, por lo tanto, al tiempo que surgía el castellano medieval en su forma escrita. La eñe fue tomada del castellano por otros idiomas como el aymara, el bubi, el guaraní, el quechua o el tagalo; y con ellos y con el castellano y su expansión geográfica la eñe fue entrando en la comunicación escrita de millones de hablantes. La última de sus conquistas se ha forjado en Internet. Su reconocimiento internacional ha llegado a los dominios virtuales, de los que había estado excluida sin más motivo que la inercia impuesta desde ámbitos informáticos anglohablantes. Con ñ escribimos en español desde el siglo IX y hoy la ñ está presente en los dominios de Internet, el medio de comunicación escrita del siglo XXI. La ñ preside el logotipo del Instituto Cervantes por una razón: es una de las representaciones gráficas más breves y poderosas, en una única letra se condensan la lengua y la cultura hispana. La eñe simboliza el idioma en el que se comunican hoy cerca de 500 millones de personas: el español.

Carmen Cafarell

jueves, 21 de octubre de 2010

PARA REFLEXIONAR

"Las lenguas no son sólo construcciones verbales específicas, sino que acarrean con ellas la experiencia de cada nación, experiencia única para la cual existen, por cierto, leyes de traducción y validación en otras lenguas, sin que esto implique eliminar, sin embargo, un residuo intransferible que constituye lo precioso, lo único y necesario de cada lenguaje, lo que cada uno aporta irreemplazablemente a la mente universal.
Lacan ha llegado a decir que el único saber sigue siendo el saber de las lenguas. Las lenguas orientan, fijan y limitan nuestro horizonte cognoscitivo: los celtas no conocían lingüísticamente la diferencia entre el verde y el azul; ante la muerte, los yamanas -que carecen del verbo morir-dicen que los hombres se pierden, pero los animales se rompen; y los esquimales poseen decenas de términos para designar la nieve en sus diversos estados, pero carecen de una palabra específica que sirva sólo para designar la nieve como un concepto general, subyacente a estas diversas manifestaciones.
Como ya hemos dicho, no se trata sólo de hablar una o más lenguas, sino de saber escucharlas, empezando por la propia, que hemos aprendido a desatender a fuerza de su desgaste por el uso y abuso. "
Ivonne Bordelois